miércoles, 15 de octubre de 2014

Cosas de Mamá: La llegada de J

Hola!

Hace tiempo os prometí que os iba a contar la historia de la llegada de J. Pues bien.. ahí va!

Hace casi cuatro meses, el domingo 22 de junio, me puse de parto. Me desperté con contracciones a las cinco de la mañana. Como estaba medio sopa y no sabia cuanto tiempo llevaba con contracciones y eran muy seguidas, cogimos los bártulos y nos fuimos a urgencias. Después de un monitor y una eco me mandaron a casa. Si, estaba de parto, pero no había dilatado ni nada. Me dijeron que si a las once de la mañana seguía así que volviese. Me pareció correcto. Yo no tenia ganas de estar encerrada en una habitación.

Así que como entre pitos y flautas ya eran las siete de la mañana fuimos a comprar churros para desayunar toda la familia. A todo esto, yo seguía con contracciones.

Me puse a pasear por el jardín, grite, me retorcí, camine... Sí, las contracciones eran fuertes, pero no las recuerdo ni la mitad de dolorosas ni largas como las del parto de C, donde me inflaron a oxitocina.

A las 11:30 mas o menos le dije a Alvaro que nos volvíamos al hospital. Cuando llegue, otra vez por urgencias, me dijeron que efectivamente estaba de parto y me ingresaron. Pero para mi pesar, seguía sin dilatar.

Me hicieron algún monitor más y como todo estaba bien me dejaron deambular por la habitación, cosa que agradecí enormemente ya que el estar quieta era algo que no podía contemplar en ese momento. La verdad es que la matrona que me atendió fue un encanto. Me tranquilizo, me ayudo y fue muy cariñosa, cosa que en esos momentos se agradece.

Después de varias horas de espera y sin dilatar me dijeron que ya no me podían dejar más horas. Os explico, mis dos peques se llevan 22 meses. C fue una cesárea y mi ginecólogo no se quería arriesgar a un desgarro de útero si el parto se hacia demasiado largo y con un bebé tan grande... Así que me aconsejaron una cesárea. Yo por una parte no quería. Recordaba con horror la cesare de C. Pero ya llevaba muchas horas, cada vez estaba más cansada y las contracciones cada vez eran más fuertes. Así que a las dos de la tarde me bajaron a quirófano. Yo estaba nerviosa y me tenían que poner la epidural.

Esta parte fue bastante desagradable. Ya no sólo por las contracciones, los nervios y el miedo. Si no que el personal que me atendió fue muy poco comprensivo.
Llegaron un anestesista y su ayudante. El venia muy callado y con cara de pocos amigos. Pero su ayudante era aun peor. Resumiendo: Mientras me intentaban poner la epidural, cosa que tuvieron que hacer hasta tres veces, a mi me era imposible relajarme. Y la ayudante en lugar de intentar tranquilizarme, empezó a gritarme que tenia que estarme relajada, que si me ponía tensa no me podían pinchar. ¿Como quiere que me relaje si me esta doliendo hasta el alma, y ella en lugar de ayudarme me grita y me pone más nerviosa? En fin... Menos mal que al rato bajo mi matrona y me ayudo a relajarme y a respirar para no estar tan tensa.

Así que ya llena de tubos y en modo Rambo, me pasaron a quirófano. Como siempre, me dio un frio terrible por la anestesia y me puse a temblar. Pero menos mal que esta vez me dieron un sedante. Estaba despierta, pero mucho más tranquila y sin temblores.

Y ahí estaba yo, mirando los azulejos verdes del quirófano cuando escucho un llanto y me dice mi ginecólogo:

- "mira a tu bebé"

Le vi la carita por encima de la cortinilla y pensé que se parecía mucho a C. Y acto seguido me dice:

- "Es un niño"

¿QUEEE? ¿Niño? ¡¡Pero si yo iba a tener una niña!!

Así que Monica, que ya no era Mónica sino Jaime, salió de quirófano con gorro rosa y sin nombre. Pesó 3,900 gr y midió 54 cm.  Y ahora con casi cuatro meses pesa más de 7 kilos... 

Y esta es la historia de como durante nueve meses pensé que iba a tener una niña y al final, fue niño. ^^

No hay comentarios:

Publicar un comentario